THE ANNALS OF UNIVERSITY "DUNĂREA DE JOS" OF GALAŢI                      FASCICLE XVIII         PHILOSOPHY                              No. 6 ANUL  IV   2006

    Cuprins

Mtro. Mariano Robles

Universidad Anáhuac, México Norte

REFLEXIONES EN TORNO A LA ANGUSTIA EN SARTRE. "¿UNA PUERTA CERRADA PUEDE PRODUCIR ANGUSTIA?"

Abstract

Reflections Concerning Anxiety in Sartre: Can an Open Door Produce Anxiety?

In this paper I develop some reflections on the theme of anxiety in Sartre's work. I briefly apply these reflections on a character from Sartre's play Close Door. Finally, I discuss the connexion between anxiety and humanism.

En realidad este texto se encuentra redactado en forma de una conversación, cosa que se justificará al final del mismo y por el autor tratado. Es una reflexión sobre un autor que produce en todos los que hemos estudiado el periodo existencialista una respuesta -a favor o en contra- pero al igual que Nietzche o Voltaire, por mencionar algunos, Sartre nos motiva a responder, a tomar postura frente a su pensamiento. El texto que he escrito tiene un fin publicitario, dado que estamos en una época que se caracteriza por ser así; pues pretende acercarnos al pensamiento de uno de los filósofos más conocidos por todos (respecto a su fama) pero menos reconocidos por todos, también respecto a su fama.

Sartre, es más conocido por ser ateo, deprimente, nauseabundo y, por si fuera poco, irrespetuoso y activista radical. Es conocido por presentar personajes rechazados por la sociedad como: cobardes, prostitutas, homosexuales, etc… Es conocido por ser un literato de textos patéticos; pero es poco mencionado dentro del ambiente serio de la filosofía - ¿Existirá tal ambiente?

Este escrito, simplemente propone hablar de la parte poco valorada de Sartre, la referente al pensamiento más existencialista, desde su punto de vista, y no necesariamente fuerte, como él mismo lo reconoce.

Esta plática es una ruta que nos lleva a la Angustia, pero dicha ruta conduce a un resultado que habremos de descubrir siguiendo el camino que el propio Sartre a recorrido; finalmente, dado que el no es un tratado sobre Sartre, dado que el espacio de una revista es poco y mi conocimiento es aun menos, habré concluir, de manera muy general, haciendo una reflexión sobre el tema expresado, aplicándolo brevemente en uno de los personajes de su obra, A puerta cerrada. Sartre filósofo de la Angustia, ¿y después de la angustia qué…? Iniciemos el recorrido.

“El ser es”, esta afirmación puede ser vista como el punto de partida del libro El ser y la nada. Ensayo de ontología fenomenológica1, en el cual, Sartre hace la distinción entre el ser en sí y el ser para sí. El primero es lo que es, es el ser opaco, el ser en cuanto su estar ahí, es algo idéntico a sí mismo; el ser en sí es anterior a la conciencia. Y cuando decimos la conciencia, nos referimos a aquello que “es revelación-revelada de los existentes, y los existentes comparecen ante la conciencia sobre el fundamento del ser que le es propio”(2). Solución al trabalenguas, el ser se manifiesta a la conciencia, pero no se manifiesta como ser, sino como fenómeno, este es el ser del en sí (los objetos dados a la conciencia en un nivel prerreflexivo, por ejemplo, cuando digo, esto es una mesa, ya

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 estoy otorgando un sentido a ese ser, que no es él mismo, que no es idéntico al en sí.

El ser para sí, surge en la relación entre la conciencia reflexiva y el ser en sí; el ser para sí es la nada. El ser en sí no alberga la nada, porque es. Pero el ser para sí no es la conciencia prerreflexiva, sino la que reflexiona y se da cuenta a través de la negación que ella no es un en sí, es decir, no es algo determinado pero sí determinante. El ser para sí es lo que se hace a través de la acción, en otras palabras el ser para sí es libre, y ésta es la condición propia del existir humano, lo cual, Sartre se niega a llamar naturaleza humana, porque de hacerlo diríamos que la nada es, y esta afirmación equivaldría a sostener un absurdo lógico.

Si queremos complicarlo aun más, podemos poner como ejemplo el cuerpo, el cual, para nuestro autor es el ser para nosotros, “es la condición necesaria de la existencia de un mundo y como realización contingente de esa condición.”(3) Explicando la frase anterior, el cuerpo condiciona mi libertad temporal y físicamente de manera contingente (ahora soy niño, joven, adulto o viejo; de una sociedad determinada, de una clase social, de un color, etc.) pero como es estructura de la conciencia, el cuerpo no está determinando lo que la conciencia es.

En palabras menos complicadas del propio Sartre, en el existencialismo ateo, que él representa, el hombre no es definible, porque en realidad “empieza por no ser nada. Sólo será después y será tal como se haya hecho”(4).

El hombre es el ser para sí; es el ser que no es sino que se hace en su hacer. No es alguien que elige, sino es lo que se elige, lo que se quiere y se hace presente a través de la acción.

Hagamos una distinción más, somos libres en cuanto tenemos la posibilidad de querer en la conciencia, no en cuanto determinamos dicha posibilidad. La libertad es: “autonomía de elección”(5) y no predestinación en el hacer. En otras palabras, si bien somos responsables de nuestras elecciones, porque pudimos elegir esa u otra, también somos responsables de lo que nos hacemos a través de esas elecciones.

El hombre, como ser que para sí es un proyecto subjetivo, y aun cuando no todo está determinado para que el hombre sea lo posible, el hombre sí es responsable de lo que va siendo. Pues siempre en el fondo de una elección está proyectado un intento de ser en sí, es decir, hay un proyecto fundamental de llegar a ser algo acabado, como una obra de arte, con la diferencia radical de que en el hombre el existir precede a su esencia.

Pero este paso de hacerse proyecto de sí mismo, no es algo que se dé tan sencillamente como parece. Cuando se toma en serio el decidirnos como proyecto es porque hemos visitado el abismo; es porque hemos caído en la cuenta que nuestro existir es un absurdo proyecto jamás concluido; porque nos damos cuenta que a través de nuestras elecciones tratamos de convertirnos en algo determinado (algo en sí) y, sin embargo, jamás se es algo acabado. Como Sísifo, el hombre tiene un existir absurdo.

Náusea, es el resultado de encontrarnos en un mundo absurdo y frustrante; La Náusea(6) es el nombre de la primera obra importante de Sartre, que se produce en el momento en que nos acercamos a la repugnancia de existir indeterminadamente; de estar en el aire; la náusea es un sentimiento de vacío de esencia captado por la inteligencia; es la irrupción del sin sentido que surge cuando descubrimos la gratuidad perfecta de ese sin sentido, y nos extrañamos de no encontrar nuestro sitio. El reto que se presenta al llegar a este punto es la respuesta a preguntas básicas de nuestra existencia: ¿Cuál es mi sitio en este mundo? ¿Cuál es el sentido de mí existencia?

Naturalmente esta visión de irracionalismo, de gratuidad total es un fruto de la visión de frustración y de soledad, pero al mismo tiempo las acentúa. El que nada tenga sentido, el que todo sea irracional,

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incomprensibile y absurdo, es consecuencia manifesta de la experiencia de soledad y frustracion. Aparece claramente como `el pensamiento fnal` a donde desemboca La Nausea.

Nos sentimos desamparados y llegamos al punto extremo de la angustia, a través de la soledad frente a nuestra absurda existencia contingente; existir siendo nada; y tras esa revoltura de estomago que es la náusea, la cual es producida por saber que el mundo no tiene sentido, y la nada que soy yo, menos; caigo en la cuenta que, sufro una carencia de concepto de mí mismo; una pregunta radical que la filosofía históricamente se ha hecho, pero llevada a su máxima radicalidad: si mi vida no tiene sentido, si la negación ha entrado en el mundo por mí ¿qué hago aquí? ¿algo tiene sentido?

Me angustia caer en la cuenta que la única solución posible al absurdo está en la nada que soy yo, es decir, en el primer principio del existencialismo, enunciado por Satre como: “el hombre no es otra cosa que lo que él se hace”(8).

El mundo no tiene sentido si nosotros no le damos dicho sentido; el mundo es y nosotros somos su negación. Paso ahora a colocarme frente a la posibilidad, que me enfrenta a la libertad; libertad determinada necesariamente a elegir para el futuro, y la angustia resurge pues aquello que elijo determina mis actos, y mi hacer es lo que me determina; en palabras de Sartre: “(…) el hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente”(9). El hombre es una subjetividad que se elige así mismo, pero al elegirse como “el hombre”, término universal desde el punto de vista lógico, el hombre elige a todos los hombres; este es el tercer nivel de la angustia, cuando descubrimos que somos portadores del proyecto o deber ser de la humanidad, pues elegir es negar que aquello que es debe ser tal y como es, optando así por la nueva imagen del hombre.

Posibilidad yo; elección y responsabilidad por la elección de mí mismo; posibilidad y responsabilidad de elección por mí y por la humanidad; tres razones de angustia. No hay algo en que asirse, ni siquiera los valores universales nos salvan (desde el punto de vista sartriano), nada vale sino es en función del proyecto que soy yo y con ello, el proyecto que es -sin yo quererlo- la humanidad a partir de mi propio proyecto.

Por ello, Sartre niega la realidad de todo valor, los valores son tales en función de que se vuelven valiosos para mi proyecto, el hombre es norma para sí mismo. Lo único que “no puede elegir el hombre es no ser libre” pues esa es su condición ontológica como ser para sí.

Última razón para la angustia. El hombre elige el bien, pero ¿quién me asegura que el otro se preocupa por mi bien? ¿y cómo me lo podría asegurar para poder confiar en él? ¿quién puede confiar a ciegas y poner las manos en el fuego porque el otro es digno de confianza? El desamparo nuevamente está presente. Las acciones de los otros me hacen confiar en ellos, pero actúa de la misma forma un farsante que un solidario; ve a las famosas empresas socialmente responsables sino actúan igual unas que otras. Me angustia saber que mi proyecto depende o enteramente de mí o enteramente de ceder mi elección a aquello que no depende de mí; pero lo único que me queda es seguir eligiendo y mi elección, ya lo decía antes es una elección por mí y por todos. No hay esperanza, hay compromiso, no puedo esperar aquello que no depende de mí, pero sí puedo comprometerme con aquello que puedo hacer. Esta es la vida auténtica, cumplir conmigo mismo y, queriendo o no, cumplir con la humanidad. También es el enfrentamiento con la realidad que nos defrauda, como dice Bauvoir, en La vejez; es el último paso que se puede dar por realizar el proyecto que jamás concluirá, pero la coherencia entre mis acciones y mi proyecto es lo único que puede hablar de mí frente al espejo que es la humanidad.

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¿Una puerta cerrada puede producir angustia? Sí, la angustia por la indeterminación, porque no sé cuál será el último resultado de mi acción. Si permito como en A puerta cerrada hace Garcín, que se cierre la puerta cuando quiero que permanezca abierta; o respondo cobardemente huyendo cuando quiero ser héroe, no hay sino una oportunidad y esa es la que depende de mí (o de ti). No hay hombres solidarios ni egoístas, hay hombres que a través de sus acciones han logrado hacerse solidarios o hacerse egoístas, pero es un nivel contingente pues depende de las acciones posteriores si se sigue o no siendo.

¿Una puerta cerrada puede producir angustia? Claro que sí, cuando creo de mala fe, como Garcín, que no puedo huir de un cuarto porque la puerta está cerrada y no hay quien la abra, pero cuando se abre me doy cuenta que no quería salir. Cuando culpo al destino o al otro de mi cobardía, y algo o alguien me desenmascara y me veo desamparado y desnudo frente a mi propia miseria teniendo que responsabilizarme de mí y de la humanidad. “La angustia, es para mí, la ausencia total de justificación al mismo tiempo que la responsabilidad con respecto a todos”.(10)

La angustia es posibilidad de un humanismo? Por supuesto que lo es. Sólo después de la angustia, Garcín es capaz de decidirse a sí mismo, es decir, proyectarse al futuro libremente; sólo en el momento en que se ve cargando con las culpas achacadas a la puerta cerrada, y desnudo frente a una compañera que lo juzga o lo observa. Sólo hay un compromiso para García, continuar con el absurdo de convencer a aquella mujer, de que él no es un cobarde y a eso se ha quedado.

“(…) cuando se exponen teorías en clase de filosofía, se acepta debilitar un pensamiento para hacerlo comprender, y esto no es malo. Si se tiene una teoría de compromiso es necesario comprometerse hasta el fin. Si verdaderamente la filosofía existencialista es ante todo una filosofía que dice: la existencia precede a la esencia, debe ser vivida para ser verdaderamente sincera”.(11)

Si es así, en efecto, una puerta cerrada produce angustia, pero una vez que se abre puede producir humanismo.

NOTE:

1 Cfr. Sartre, Jean Paul (1966) El ser y la nada. Ensayo de ontología fenomenológica. Trad. M. A. Virasoro. Buenos Aires: Editorial Losada S. A.

2 Ibid., p.31.

3 Ibid., p. 415.

4 Sartre, Jean Paul (1946) El existencialismo es un humanismo. Ed. Cit., p. 33.

5 Op. Cit. El ser y la nada., p. 595.

6 La Náusea se publicó en 1938.

7 Quiles, Ismael S. I. (1952) Sartre. El existencialismo del absurdo. 2ª. México: ESPASA – CALPA Mexicana, S. A., p.

8 Sartre. El existencialismo es un humanismo., p. 33.

9 Ibid. 34.

10 Ibid., p. 69.

11 Ibid., p.69.

 

Bibliografíe

Quiles, Ismael S. I. (1952) Sartre. El existencialismo del absurdo. 2ª. México: ESPASA – CALPA Mexicana

Sartre, Jean Paul (1966) El ser y la nada. Ensayo de ontología fenomenológica. Trad. M. A. Virasoro. Buenos Aires: Editorial Losada S. A.

Sartre, Jean Paul (1946) El existencialismo es un humanismo. México: Ediciones Quinto Sol

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